CRÓNICA SOBRE LA MULTICULTURALIDAD

EL ALUD DEL 70

Sonó la campana: era tiempo de almorzar. Me dirigí al comedor de aquel tercer piso del colegio, el clima era frío en ese lugar. Ya con la comida en las manos fui a sentarme, sentía que todo ese frío en mis manos se iba desapareciendo poco a poco con el calor de la comida.

Una vez terminado mi delicioso almuerzo, me levanté para irme, pero de repente unos alumnos apresurados me pidieron un gran favor: que les cuente una historia. Rebobinando en mis recuerdos más trágicos pensé que sería una buena idea hablarles sobre lo que ocurrió el 31 de mayo de 1970, aquel desastre que marcó mi vida desde entonces…

Tenía apenas 6 años, todos los días iba a visitar a mi abuelo después del colegio, me quedaba allí hasta las seis de la tarde y después de esa hora partía a mi casa en Yungay a las 7 de la noche, tiempo en el que cenábamos normalmente y en familia. Era muy bonito porque siempre mis padres me contaban historias fantásticas y difíciles de creer.

Casi nunca hacia mis tareas, ya que no me importaban mucho. Faltaba solo un mes para mi cumpleaños, donde mis padres suelen preparar pachamanca para toda la gran familia que teníamos en cada rincón de Yungay. Me acosté a las nueve de la noche para llegar temprano al colegio.

Al día siguiente me dirigí hacia el colegio con muchas ganas de aprender. Me explicaron acerca de los desastres naturales y cómo prevenirlos. Llegué temprano a mi casa, directamente a dormir. Me quedé tan dormido que ni siquiera escuché el resonar de la campana del reloj a las tres de la tarde.

De repente, un inimaginable movimiento de gran magnitud sacudió Yungay, lo que me despertó atónito. En ese momento me sentía muy asustado y desesperado. Llegó mi padre gritando: “salgan de la casa que se va a derrumbar”. Salí con mi madre con las manos sobre la cabeza, quedándonos quietos en medio de la carretera. Pasó el terremoto.

Nos calmamos y volvimos a entrar a la casa. Una de las paredes se había derrumbado. Mi casa me hacía recordar a una imagen que vi del Coliseo Romano. Todas las cosas de mi cuarto estaban en el suelo y me dispuse a recogerlas.

Cinco minutos después volví a sentir un gran movimiento en la tierra y escuché cómo las personas gritaban alarmadas. Salimos nuevamente a la calle y observé a las personas corriendo hacia una misma dirección. A lo lejos observé una inmensa masa de hielo que se aproximaba: se había desprendido una gran parte del nevado Huascarán.

Mi familia y yo también corrimos para alejarnos del gigantesco aluvión. Observaba que cada vez se acercaba más a nosotros. Mi madre estaba muy cansada de correr y se detuvo un momento, pero lamentablemente justo pasaba un auto apresurado por la misma dirección, el cual arrolló a mi madre y se fue sin nada que decir. Mi padre y yo nos detuvimos un momento para auxiliarla. Después de unos segundos su corazón dejo de palpitar y expiró.

Mi padre y yo continuamos corriendo y con lágrimas en los ojos, dejando atrás a mi madre muerta, sin poder hacer algo por ella. Mientras más me alejaba sentía que un pedazo de mi corazón se desprendía de mí, hasta que todo terminó.

Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Fueron los más tristes y desgarradores minutos en mi desafortunada vida. Llevo a mi madre en mi corazón. Aún recuerdo esos instantes. Aquel alud que marcó el destino de mi vida para siempre.



AUTOR: Rojas Narvaez Abner
NARRADOR: David España




COMENTARIO:
Esta entrevista hecha crónica nos narra la vida de David España en un desastre natural ocurrido en Ancash en el año 1970. Me parece muy triste lo ocurrido en ese entonces y la desgraciada vida que tuvo David España, ya que perdió su casa y su madre. Debemos valorar la vida que tenemos ya que tarde o temprano puede ocurrirnos alguna desgracia así como lo que le pasó a David España.

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